21 febrero 2009

Payasos y piratas

Quiso la casualidad, o el destino, o esa fuerza, sea la que sea, que está en contra de la paz de nuestras almas, que hoy estuviese en el mismo lugar, con el sol de cara y conduciendo el mismo coche.

Quiso el capricho de una malsana casualidad que viese la carretera, que tantas veces había estudiado desde el punto de vista del copiloto, aberrantemente alterada en su perspectiva desde la posición del conductor.

Quiso el ángel de alas negras que en el horizonte desfilase una comparsa de carnaval. En esta ocasión tratábase de corsarios, quizá simples piratas, no payasos. Sin embargo no pude evitar sentir el vacío que dejaban en mi estómago y mi corazón al recordar a una versión más débil de mí misma dos años atrás en el pasado, cuando todavía increpaba a un Dios en el que nunca supe si debía creer, por haberte arrancado de mi lado demasiado pronto.

Ya ves, creí que estaba libre de tu hechizo. Será que, pese a mi idea de que eras un ser superior, ahora te remueves en tu tumba. Será que no rezo demasiado y tu alma no puede descansar. Será que temo a los Westerns y aborrezco el fútbol sin saber si honro o desprecio tu memoria. Será que creí soñar que era libre y sigo atada a una última despedida en un aeropuerto en la que me decías “ve con cuidado”.

Será que nadie me dijo que sería la última vez.

1 comentario:

Xabo Martínez dijo...

que tal, bastante bueno..
saludos mexicanos