06 enero 2012

Sherlock

Sonidos de violines y lógica analítica. Sir Arthur Conan Doyle, para sobrevivir, creó un personaje que se convirtió en su condena. Un detective arisco, misántropo, excéntrico y, a todas luces, un deplorable amigo, guiado, sobre todo, por la necesidad de resolver entuertos que desafiaran a su intelecto (no cualquier tipo de entuerto, no cualquier puzzle ya que no puede ser excesivamente simple ni tan solo cumplir el propósito de mejorar la situación de un desconocido). Un personaje que, como todos los amantes de Holmes, he mimetizado y he dejado que se asiente en mi mente, con sus defectos, con sus virtudes, con sus expresiones y con sus manías. Supongo que, Sherlock Holmes, nos pertenece un poco a todos y, en realidad, no le pertenece a nadie. ¿Quién es Sherlock Holmes? ¿Qué nos autoriza a decir "este no es Sherlock" cuando realmente queremos decir "este no se parece al Sherlock al que yo he querido imaginar"? En realidad, nada. La paciencia de nuestros contertulios y el respeto que profesen a nuestras opiniones.

      Sherlock, el Sherlock de Moffat y Gattis (con G de gogó), no es un buen compañero, pero no es un mal amigo. Supongo que, como Sheldon Cooper, sería dificil convivir con él y entiendo que su personalidad, extrema, carente de sentido para muchos, egoísta y un tanto alienígena, responde a un perfil que, por muchas razones, suele resultarme bastante "intrigante".  Sea o no mi Sherlock, este es un buen Sherlock y me ha gustado empezar el año a su lado.

1 comentario:

Mardigal dijo...

Non é por chinchar, pero é Gatiss, non Matiss. :P